lunes, 31 de octubre de 2011

EXCURSIÓN A GRANADA



¡Granada de América! Tan señorial, tan atractiva, a orillas del Cocibolca. Tan distinta, pese al nombre, de aquella Granada hispánica a orillas del Sacromonte. Para la sangre árabe la belleza es india; para el exotismo hispano la belleza es árabe. Mirad, si no, la Alhambra. Siglos de historia gitana bajo sus murallas, en Albaicín y Sacromonte (cuna del pasodoble y ciudad de los gitanos); siglos de mágico encanto entre tus paredes embrujadas, fuentes de cristal murmurante bajo los sauces del Generalife; y al fondo, sobre tus murallas, siglos de nívea blancura, perenne y perpetua, en lo alto del Veleta. Árabe Granada, tierra soñada por mí. Abajo, el Genil sobre la vega. Y al fondo, la Serranía.
Neohispánica Granada, también tierra soñada por mí. ¡Quién pudiera residir en esa fértil tierra de tiburones internos!
Perdiste la capitalidad, extasiada como estabas a orillas del Cocibolca, en la ladera del Mombacho, contemplando tu eterno pequeño mar dulce, tu imponente lago salpicado de paradisíacas islas: Ometepe, Solentiname...
Me embarqué, cómo no, en tus aguas, para contemplar más de cerca tus islas, y bordear esas perlas cultivadas, botones esparcidos de tu geografía ancestral.
Hice un pequeño viaje de recreo por el país de los tiburones, obteniendo una geográfica visión de la plenitud virgen del trópico, divisada en todo su esplendor desde una barca (era su nombre “El Rosario”, o tal vez “Santa Marina”); y continué realizando una comida, ni urbanística, ni campestre, ni marítima, bajo techado, en el campo, junto al lago.
Después, un regreso al interior, a la Granada del parque y la catedral; a la Granada de las diligencias de caballos con cascabeles; a la Granada de húngaros pidiendo un mísero chelín, churumbeles sin maíz; a la Granada del pudiente a la caza del dólar, en el parque junto a la catedral; a la Granada del cuartel colonial...
Neófita Granada, de raigambre hispánica, tan cerca y tan lejos de tu vieja patria, cuida de las joyas que llevan tus entrañas, bajo el Mombacho, junto a tu lago, en tus piedras blancas. Es el lago una joya en tu seno,  dulce Granada de capitalidad frustrada, bella Granada, tierra soñada por mí. Quisiera prometerte que volveré, como hijo pródigo, a disfrutar del Gran Lago, a tus entrañas de nueva madre, en tu pequeño mar dulce, linda Granada.

              Islas en el lago de Nicaragua (Granada)

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